¿Cómo poner nuestras necesidades en el centro sin sentirnos culpables?
En una ciudad que nunca duerme, donde las expectativas parecen multiplicarse más rápido que los mensajes de texto no leídos, ¿en qué momento nos perdemos a nosotros mismos? Entre las reuniones, los compromisos familiares y los «sí» que decimos por cortesía, me pregunto: ¿cuándo empezamos a dejar nuestras propias necesidades en último lugar? ¿Y cómo podemos aprender a priorizarlas sin sentirnos egoístas en el proceso?
El mito del “egoísmo”
Nos enseñan desde pequeños que pensar en nosotros mismos es egoísta. Pero, ¿qué pasa si priorizar nuestras propias necesidades no es egoísmo, sino supervivencia? La autoestima no se trata de creernos mejores que los demás, sino de tratarnos con el mismo respeto y cuidado que damos a quienes amamos.
Imagina esto: ¿cuidarías de tu mejor amigo ignorando sus sueños y necesidades? Por supuesto que no. Entonces, ¿por qué hacemos exactamente eso con nosotros mismos? Tal vez es hora de reescribir esa narrativa y empezar a tratarnos como la prioridad que merecemos ser.
Reconocer nuestras necesidades
La autoestima comienza cuando nos damos permiso para preguntarnos: ¿Qué necesito?. Suena simple, pero es sorprendente lo fácil que es ignorar esa pregunta. Nos acostumbramos tanto a cumplir con las expectativas de los demás que olvidamos escucharnos.
Haz una pausa y reflexiona: ¿Cuáles son tus sueños? ¿Qué te hace feliz? Reconocer tus propias necesidades no significa que debas cumplirlas todas de inmediato, pero es el primer paso para empezar a construir una vida más alineada contigo mismo/a.
El poder de decir “no”
Decir “no” es un acto de amor propio, aunque a menudo se sienta como una traición. Pero aquí está la verdad: cada vez que dices «sí» a algo que no quieres hacer, estás diciendo «no» a ti mismo/a. Aprender a establecer límites no significa dejar de ayudar a los demás, sino asegurarte de que también tienes tiempo y energía para cuidar de ti.
Un truco que me ha ayudado es este: antes de aceptar un compromiso, pregúntate: ¿Esto me acerca a mis sueños o me aleja de ellos? Si la respuesta es lo segundo, tal vez sea hora de practicar ese “no” liberador.
Celebrar los pequeños logros
Cultivar la autoestima no se trata de esperar a que suceda algo grande y transformador. Es un trabajo diario, un acto de constancia. Celebra los pequeños pasos: esa vez que dijiste lo que realmente pensabas, el momento en que elegiste descansar en lugar de sobrecargarte, o incluso ese minuto en el que te miraste al espejo y te gustó lo que viste.
Cada pequeño logro es una semilla que siembras en el jardín de tu autoestima. Y, con el tiempo, esas semillas crecen en una confianza que ya no necesita la aprobación de los demás para florecer.
Hacer espacio para nuestros sueños
A menudo dejamos nuestros sueños en pausa porque creemos que el tiempo no es el adecuado. Pero, ¿alguna vez lo será? Hacer espacio para lo que realmente deseas no siempre significa renunciar a todo lo demás; a veces, solo significa dedicar un poco de tiempo cada día para acercarte a tus metas. ¿Siempre quisiste aprender a pintar? Toma una clase. ¿Te encantaría viajar más? Empieza a planear. Tus sueños no tienen fecha de vencimiento, pero tampoco deberían quedarse en espera indefinida.
Y entonces me pregunto…
¿Es posible priorizarnos a nosotros mismos sin sentirnos culpables? Tal vez la culpa no viene del acto de cuidarnos, sino de la idea errónea de que no lo merecemos. La verdad es que merecemos tanto amor y atención como estamos dispuestos a dar a los demás. Al final del día, la única persona que estará contigo en cada paso de tu vida eres tú. Y si no empiezas a priorizar tus necesidades y sueños ahora, ¿cuándo lo harás?
Así que, esta vez, atrévete a elegirte. Atrévete a escuchar lo que tu corazón realmente quiere. Porque cultivar la autoestima no es un lujo, es la base para construir una vida que se sienta auténtica, plena y, sobre todo, verdaderamente tuya.